Rostro Relajado = Rostro Sano
La tensión natural impuesta por la vivencia de cada día suele depositarse en nuestro cuerpo con más facilidad de la que imaginamos, y un lugar vulnerable para ello es nuestro rostro.
Por eso hoy te invito a realizar un automasaje que te permitirá devolver a los músculos faciales su estado natural y relajado, suavizar las líneas de tu piel y liberar a tu mandíbula de toda tensión.
Para comenzar, como ya has aprendido, siéntate en un lugar agradable. Si quieres puedes adicionar música suave y aromas relajantes como unas gotas de aceite natural de Melisa.
Toma un espejo de mano y observa tu rostro, sus líneas, el aspecto de tu piel, tu gesto, tu mirada. Déjalo a un lado para usarlo al terminar.
Cierra los ojos y siente tu respiración, entrando y saliendo el aire por tu nariz.
Obsérvate un instante, como solo en esta observación, comienzas al sentirte, a disminuir tus ritmos y transformarlos en música acompasada para tu vida orgánica.
Siente tu rostro e invita desde tu atención focalizada a relajarlo y percibirlo con tus apreciaciones sensoriales.
Lleva tus manos a tu frente, entre el pelo y las cejas. Allí apoya las yemas de tus dedos y haz un movimiento de arrastre desde el entrecejo hacia los lados una y otra vez, siempre repitiéndolo con la invitación a relajar.
Suma un masaje en el entrecejo, movimientos suaves desde la parte superior de la nariz hacia los arcos de las cejas, como si quisieras peinarlas.
Luego desliza tus dedos índice y mayor a tus sienes y en cada lado dibuja con suave presión, círculos con el dedo del corazón, en sentido hacia atrás de tu cabeza y hacia arriba.
En cada lugar quédate el tiempo que quieras! Escucha las sensaciones de tu cuerpo para sentir cuál es el tiempo.
Desde el tabique de la nariz, nuevamente deslizando tus dedos los llevas como alisando tu piel hacia las orejas.
Entre la nariz y tus labios presiona con tu dedo índice y mayor dibujando círculos y luego deslizas los dedos de ambas manos desde las fosas nasales hacia tus labios, como si quisieras expandir esa zona hacia abajo. A continuación haz lo mismo hacia los lados, del centro hacia afuera.
Coloca nuevamente tus yemas enfrentadas en tu mentón y deslízalos hacia la unión de tu mandíbula con tu cráneo, siente aquí la tensión de tu mandíbula.
Luego presiona suavemente trazando círculos sobre la articulación de la mandíbula de cada lado.
Por último, deja tus manos y abre y cierra la boca varias veces soltándo tu lengua.
Con los ojos cerrados aún lleva tus palmas al rostro y acarícialo…
¿Cómo lo sientes ahora? Intenta verte con tus manos.
Respira profundamente algunas veces con la nueva sensación en tu rostro.
Abre suavemente los ojos cuando sientes que estás lista/o y toma el espejo.
Mírate!
¿Te reconoces? ¿Qué ha cambiado?
Disfruta de esa nueva mirada más relajada!
Disfruta la vida eligiendo cómo la miras!
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